En la noche del miércoles 22 de marzo, la Cámara de Diputados de Brasil convirtió en ley un proyecto que data de 1998 y que permite tercerizar toda la actividad laboral del país, en lo que es el gran sueño cumplido del neoliberalismo. Un sueño que, más bien, parece un fantasma que recorre el continente en estos nuevos tiempos.
La reforma -que elimina la CLT, la Consolidación de Leyes del Trabajo establecida el 1º de mayo de 1943 por el presidente Getulio Vargas- pone en riesgo todos los derechos laborales adquiridos por los brasileños y, a partir de ahora, cualquier trabajador o trabajadora puede ser sometido a contrataciones precarias y no tendría vacaciones, licencia por enfermedad, negociaciones colectivas para establecer salarios mínimos y régimen laboral, seguros de paro o de desempleo, indemnización por despidos y hasta jubilaciones. En el Brasil gobernado por el multimillonario Michel Temer, los sindicatos podrán ahora ser desconocidos por las patronales.
También en la Argentina –el otro gigante del Atlántico sudamericano-, el establishment viene reclamando reformas laborales desde el mismo momento del triunfo electoral de Mauricio Macri en 2015. El diario conservador La Nación, en un artículo publicado el 26 de julio de 2016 bajo el título “Un cambio indispensable en las relaciones laborales”, manifestó la necesidad de que los trabajadores aporten a un fondo que sirva para su propia indemnización en el caso de ser despedidos, pidió volver a aplicar los acuerdos empleador-empleado que han sido catalogados como “contratos basura” y reclamó limitar las reuniones paritarias obrero-patronales que tradicionalmente han establecido los salarios y las condiciones laborales. “La forma de incentivar y facilitar la demanda de trabajo es flexibilizar y facilitar la contratación y que a la vez se brinden garantías para que no se produzcan contingencias imprevisibles y desproporcionadas”, aseguró el matutino.
El propio Macri, en una entrevista concedida al mismo diario La Nación dos días antes de la publicación de ese artículo, opinó que para atraer inversiones al país era necesario que hubiera «una justicia laboral más equitativa, no tan volcada a encontrarle siempre la razón a una parte”, es decir, que no defienda los intereses de los asalariados. (Huelga decir que las leyes laborales se inclinan por proteger al más débil, que siempre es el obrero frente a su patrón).
En Brasilia, la sesión de diputados del miércoles 23 que impuso la retrógrada modificación fue ruidosa, incluyó gritos y acusaciones cruzadas, logró reunir 231 votos favorables, tuvo 188 en contra y 8 abstenciones. El presidente de la Cámara, Rodrigo Maia, aliado de Temer, estimó que la nueva ley coloca a Brasil «en línea con el mundo desarrollado, como Estados Unidos» porque flexibilizará el vínculo laboral. En cambio, Carlos Zarattini, líder del opositor bloque del Partido de los Trabajadores (PT), denunció que “fue para esto que se llevó a cabo el golpe contra Dilma Rousseff, porque este proyecto precariza al empleo y es a pedido de las patronales».
La Cámara de Diputados de Brasil convirtió en ley un proyecto que data de 1998 y que permite tercerizar toda la actividad laboral del país. El diario conservador La Nación de Argentina, reclama “Un cambio indispensable en las relaciones laborales”.
El presidente del Tribunal Regional de Trabajo de la 2ª Región-São Paulo, Wilson Fernandes, advirtió que con la aprobación de la ley que libera la tercerización para todas las actividades, habrá una gran precarización del trabajo. Abaratará la actividad de las empresas, dijo, “pero, si va a salir más barato para la empresa, ¿de dónde saldrá esa disminución? Del salario del trabajador”, aclaró.
La mano de la poderosa Federación de las Industrias del Estado de São Paulo estuvo indudablemente detrás del relanzamiento del proyecto que data de los tiempos del gobierno de Fernando Henrique Cardoso. A partir de ahora toda la actividad de una planta industrial, por ejemplo, podría realizase con trabajadores “autónomos” y los empleadores no tendrán que pagar las cargas sociales. El periodo de prueba del trabajador, que era de 90 días, será aumentado a seis meses.
Lo cierto es que los votos de 231 diputados lograron borrar de un plumazo los derechos de más de 50 millones de trabajadores brasileños. De la misma forma, el miércoles 31 de agosto de 2016, los votos de 61 senadores bastaron para destituir a Dilma Rousseff y desconocer la voluntad de 54 millones de personas que en octubre de 2014 le habían entregado sus sufragios soberanos para convertirla en presidenta.
La argentina en problemas
En Buenos Aires, el mes de marzo convocó a más de un millón de manifestantes en cinco movilizaciones masivas realizadas para protestar por la política neoliberal del gobierno de Macri –que ha provocado un aumento de la pobreza, según un estudio de la Universidad Católica- además de otras reivindicaciones, como la del 8 de marzo contra la violencia de género y el 24 de marzo, Día de la Memoria en recuerdo del golpe cívico-militar de 1976, que este año no tuvo ningún acto oficial. Los docentes, en conflicto por reclamos salariales y por una mejor educación pública, realizaron una marcha federal que cruzó varias provincias para concentrarse el 22 de marzo en la Plaza de Mayo y la Confederación General del Trabajo (CGT), de orientación peronista, realizó un acto multitudinario el 7 de marzo, después de que transcurriera todo el año 2016 sin dar señales de escuchar a las bases, que pedían una fuerte respuesta de la dirigencia ante los más de 200.000 despidos de trabajadores y los aumentos del costo de los servicios y del transporte, en algunos casos superiores al 500%.
Ahora la CGT anunció que el 6 de abril realizará un paro general sin movilización callejera (al que algunos sectores opositores a la conducción de la central califican de “paro dominguero”) y la Central de Trabajadores Argentinos (CTA), independiente (en sus dos vertientes), llamó a una gran concentración en Buenos Aires el 30 de marzo, junto con otras organizaciones como el Frente Darío Santillán o Barrios de Pie.
La proliferación de las protestas se debe a la crisis económica y la política de ajuste aplicada por la nueva administración que asumió el 10 de diciembre de 2015. Aunque el gobierno asegura que ya hay síntomas de recuperación, en su edición del pasado 11 de enero, el diario El País de Madrid informó que la “Argentina acaba de confirmar oficialmente que en 2016, el primer año con Macri al frente del país, la inflación fue del 41% en Buenos Aires, que marca la tendencia de todo el país” (…) Ahora está en discusión si es la peor inflación de los últimos 14 o 25 años, pero no hay duda de que es un dato pésimo, muy por encima del 25% que prometió Macri poco después de llegar al poder”.
Por su parte, La Nación de Buenos Aires publicó el 10 de febrero último que “por primera vez en doce años, los argentinos achicaron el changuito a la hora de ir a hacer las compras. Esto ocurrió en el tan mentado segundo semestre de 2016, lo que -según los expertos- coincide con una tendencia cada vez más pronunciada: la compra ‘de a puchitos’ o lo que se traduce como una suba de las visitas al supermercado, pero para hacer compras más pequeñas”. El diario porteño añadió que “ocho de cada diez argentinos redujeron su consumo el año pasado” y que “en el segundo semestre además achicaron el tamaño de compra por primera vez en 12 años, explicó Federico Filipponi, director comercial de Kantar”. Según la publicación, “los hogares que redujeron el tamaño de sus compras durante el año pasado son mayormente de niveles medios y de la base de la pirámide”.
En esto es coincidente El País de Madrid que el 9 de enero publicó una crónica bajo el título “Argentina profundiza la desigualdad social”. De acuerdo con el diario, “los argentinos más ricos son más ricos y los más pobres son más pobres. Las estadísticas oficiales han puesto en evidencia que la desigualdad social ha crecido en Argentina durante 2016, año del inicio del gobierno de Mauricio Macri”. Añadió que “según el Instituto de Estadística y Censos (Indec) el 10% de la población más rica recibió en el tercer trimestre de este año ingresos promedio 25,6 veces más altos que el 10% más pobre”
“La herencia maldita”
Macri y los funcionarios de su administración aseguran, cada vez que hablan en público, que la situación difícil que vive el país no se debe a sus actos de gobierno sino a “la herencia maldita” que le dejó el gobierno anterior. Aclaran que encontraron a la nación poco menos que en ruinas y que la están recuperando. Pero después de 15 meses en el timón de la Casa Rosada, estas explicaciones han ido perdiendo peso.
Además, una encuesta de la ONU estableció que la Argentina fue el país con el mayor desarrollo humano de América latina en 2015, justamente el último año de gobierno de Cristina Fernández de Kirchner.
En el ránking 2015 del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo Humano, la Argentina apareció en el puesto número uno en América latina y el lugar número 40 a nivel mundial. El índice de la Argentina avanzó 11 posiciones en los diez años precedentes, durante la denominada “década ganada” con los gobiernos de Néstor Kirchner y de Cristina. Detrás de la Argentina en el continente se ubicaron Chile (puesto 42 a nivel mundial), Uruguay (52) y Brasil (75), sobre un total de 195 países monitoreados.
Pero las cosas cambiarían para la Argentina.
Los tres primeros puestos a nivel planetario en 2015 fueron para Noruega, Australia y Suiza.
Según una explicación de la organización mundial, el Índice de Desarrollo Humano (IDH) es una guía creada por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) con el fin de determinar el nivel de desarrollo que tienen los países de los cinco continentes. Fue puesto en práctica con el objetivo de conocer, no sólo los ingresos económicos de las personas en un país, sino también para evaluar si el Estado aporta a sus ciudadanos un ambiente donde puedan desarrollar mejor o peor su proyecto y condiciones de vida. Para esto tiene en cuenta tres variables: Esperanza de vida al nacer; Educación; y Producto Interno Bruto (PBI) per Cápita (la paridad de poder adquisitivo).
En 2016, ya con el gobierno de Macri, la Argentina retrocedió 5 lugares y fue sobrepasada por Chile que avanzó 4 puestos, según el ranking elaborado por la ONU.
Ahora el índice de desarrollo humano en los países de América latina es encabezado por Chile en el lugar 38 a nivel mundial, seguido por la Argentina en la ubicación 45. Detrás de estas naciones se escalonan Uruguay (en el puesto 54), Panamá (60), Costa Rica (66), Cuba (68), Venezuela (71), México (77), Brasil (79), Perú (87), Ecuador (89), Colombia (95), República Dominicana (99), Paraguay (110), El Salvador (117), Bolivia (118), Nicaragua (124), Guatemala (125), Honduras (130) y Haiti (163).
Por William Puente
Periodista
La ONDA digital Nº 809 (Síganos en Twitter y facebook)
(Síganos en Twitter y Facebook)
INGRESE AQUÍ POR MÁS CONTENIDOS EN PORTADA
Las notas aquí firmadas reflejan exclusivamente la opinión de los autores.
Otros artículos del mismo autor: