El pasado domingo 5 de julio los griegos apoyaron masivamente al No en el referéndum promovido por el primer ministro Alexis Tsipras. Mientras los partidarios del gobierno festejaban en la plaza Sintagma de Atenas, el mundo se dividió en la interpretación del resultado. Muchos lo han leído como una afirmación de soberanía por parte de Grecia, un símbolo de dignidad democrática y un no a la posición inflexible de los acreedores. Comparto a grandes rasgos esta interpretación de la importancia simbólica del referéndum, pero no debemos distraernos de un tema central: la situación de los griegos y sus expectativas de salir de la crisis en la que llevan metidos varios años.
Grecia tiene un 25% de desempleo y tasas crecientes de pobreza e indigencia, revertir esa situación es la prioridad y es con arreglo a dicha prioridad que tenemos que interpretar los acontecimientos de los últimos días. En parte, esto depende de cómo el referéndum afecta a las continuadas negociaciones de Grecia con sus acreedores. El enésimo borrador de fue aprobado ayer y no parece que el referéndum haya surtido el efecto deseado.
La negociación permanente
La negociación entre Grecia y los acreedores europeos tiene una propiedad destacable: no respeta ninguna fecha límite. Ambas partes han afirmado varias veces que tal o cual día era el último para concluir las negociaciones. Llegado el momento no hay acuerdo y, acto seguido, se propone otra fecha final. Y luego la fecha llega y nada. En estos años los europeos han perfeccionado el delicado arte de tirar la pelota para adelante.
Con el llamado a referéndum, algunos políticos europeos parecieron dar las negociaciones por muertas. Sigmar Gabriel, el vicecanciller alemán, dijo ese fin de semana que con la convocatoria “todos los puentes están rotos”. Una resolución ministerial conjunta del Eurogrupo interpretaba que, con la llamada a las urnas, Grecia había decidido levantarse unilateralmente de la mesa de negociaciones.El día antes de la votación Jean-Claude Juncker declaró que un No en el referéndum sería un No a Europa. Pasó el No rotundo del referéndum y, como Lázaro, las negociaciones salieron de la tumba otra vez.
Durante esta semana, se ha ido perfilando los detalles de un nuevo acuerdo para un tercer rescate. El parlamento griego aprobó una propuesta a tal efecto el viernes pasado de madrugada. El domingo 12 de julio era el día planteado como fecha límite para su aprobación y ese día se llegó a un primer acuerdo que tendrá que ser aprobado por el parlamento griego y otras instituciones europeas. Para los que tengan más estómago, el documento aprobado puede consultarse en inglés aquí
Desde hace días se viene diciendo la propuesta que se estaba negociando era muy similar a la propuesta sobre la cual se convocó el referéndum el pasado 26 de junio (consultar aquí). El menú de reformas que “acepta” Grecia a cambio de este tercer rescatees efectivamente similar a las que estaban sobre la mesa de negociaciones hace 15 días: un cambio y aumento en el IVA, otra reforma de pensiones, eliminación de restricciones a los horarios de apertura comerciales (por ejemplo, los domingos) y un largo etcétera que los más valientes pueden consultar por su propia cuenta. Al igual que la propuesta anterior, incluye continuar con el calendario de privatizaciones que fue interrumpido este año.
Hay, sin embargo, dos diferencias importantes entre aquél acuerdo y éste. La primera, que cuenta a favor de Grecia, tiene que ver con el volumen de la ayuda que recibiría el gobierno griego si acepta. La segunda tiene que ver con requisitos adicionales que se exigen a Grecia para recibir este nuevo rescate.
Vamos por partes
Lo que se aprobó el domingo 12 es un posible tercer rescate por un valor de más de 80 mil millones de euros mientras que el acuerdo fallido de fines de junio suponía alrededor de 15 mil millones en ayudas al estado griego. Si las condiciones del acuerdo fueran idénticas a las del acuerdo llevado a referéndum (no lo son)Grecia estaría accediendo a más del triple de la financiación por el mismo “precio”.
Un tercer rescate por este volumen de recursos ya no sería tirar la pelota para adelante unos meses. Estaríamos hablando de un plan a más largo plazo, más lejos de la estrategia de ignorar y extender (extend and pretend)que ha marcado las negociaciones desde hace un tiempo. Este nuevo préstamo permitiría a Grecia sortear los nuevos vencimientos de deuda durante un par de años y da al estado griego cierto margen de maniobra financiera. En consecuencia, el aumento en el volumen prestado en un eventual tercer rescatees una mejora con respecto a las condiciones del supuesto ultimátum planteado por las autoridades europeas a finales de junio.
Sin embargo, las condiciones del nuevo acuerdo del domingo 12 de julio son distintas a las que se discutían en aquél entonces. Existen diferencias de contenido, diferencias de procedimiento y diferencias simbólicas. Por ejemplo, el nuevo plan exige eliminar gran parte de la legislación aprobada por el parlamento griego en lo que va del año. Nada de eso venía en el documento anterior. Tampoco estaba el establecimiento de sistemas de recortes de gasto “quasi automáticos” en caso de que haya un alejamiento de los objetivos de déficit primario. En un apartado especialmente duro el nuevo documento conmina a Grecia a colocar títulos públicos por valor de 50 mil millones en un fondo para su posterior privatización. Sorprendentemente, el primer borrador del reciente acuerdo que circuló en las redes establecía que ese fondo podía colocarse en un gestor independiente en Luxemburgo (así, como suena). Pero parece que ese requisito no será exigido, finalmente.
Hay otras diferencias, quizás menos concretas pero igual de simbólicas que también sugieren que las condiciones del nuevo rescate son más duras que las del anterior. Mientras que en el acuerdo de fines de junio no había mención al Fondo Monetario Internacional, el documento aprobado ayer establece explícitamente que la participación del FMI es una condición necesaria para un nuevo programa de ayuda. Además, muchas de las reformas a las que se estaría comprometiendo Grecia esta semana deben aprobarse antes del miércoles 15 (pasado mañana). Teniendo en cuenta que esto incluye una reforma de gran escala del código civil, queda claro que los miembros de la línea dura en el Eurogrupo tienen mucho sentido del humor. Un ejemplo más resulta ilustrativo: El documento de fines de junio se refería a los problemas de impago en el crédito a hogares y empresas y hacía referencia explícita a que el cobro de esos créditos debía tener en cuenta la situación de los deudores vulnerables y una congelación de remates asociados a créditos hipotecarios durante 2015. El nuevo acuerdo solo exige acción “decisiva” sobre los créditos no pagados. Parece que la situación de los griegos más vulnerables perdió algunos puntos en el ranking de prioridades de las autoridades europeas.
Cabe recordar que los dos borradores incluían una renuncia explícita al establecimiento de quitas de deuda, una medida solicitada varias veces por parte de Grecia y avalada en parte por análisis recientes del FMI. En este sentido, estaríamos ante un préstamo que permite al estado griego aplazar pagos, pero no reduce el monto total de la deuda. Se resuelven los problemas de liquidez pero no los de solvencia, que quedan atados al desempeño de la economía griega.
No es fácil comparar los acuerdos que estaban sobre la mesa antes y después del referéndum. Mientras el primero tenía condiciones más blandas, el segundo supone más recursos. No es fácil compararlos porque no es fácil poner en valor (en euros, por ejemplo) a las nuevas condiciones exigidas. Mi sensación, y en esto coincido con la opinión más generalizada, es que el nuevo acuerdo es globalmente peor para Grecia que el anterior.Pero es posible que esté equivocado.
Independientemente de este juego de valoraciones relativas, nada garantiza que el nuevo plan vaya a salir adelante. Los países europeos se encuentran divididos tanto entre sí como internamente sobre este tema. Existe un complejo proceso de decisiones que requiere que ciertos parlamentos nacionales acepten el tercer rescate antes de que haya una aprobación conjunta.La lentitud intrínseca a estos procesos y la precipitación de los acontecimientos financieros en Grecia (corralito y vencimientos de deuda) pueden hacer descarrilar la situación en cualquier momento. Por otro lado, el gobierno griego puede no aceptar las condiciones finales de este nuevo rescate. Ya ha habido algunas divisiones en Syriza por parte de un pequeño grupo de legisladores que no aprobó la propuesta que Grecia llevó al Eurogrupo el fin de semana pasado. Las condiciones del documento aprobado el domingo pueden generar mucha más división.La moneda sigue en el aire y las negociaciones pueden continuar al menos hasta el 20 de julio, cuando el vencimiento de una deuda que Grecia mantiene con el BCE marca un final del camino para este proceso.
Mientras estas cosas se discuten, Grecia continúa en un estado de excepción financiero que va a tener consecuencias graves sobre su economía. Con la banca KO, el crédito y la inversión están congelados, el sistema de pagos está resentido y eso va a afectar al empleo, al consumo y a la recaudación del estado. Es probable que esta situación continúe y es importante reconocer que esto ha socavado la posición de griega en las negociaciones. Veremos en los próximos días si el esfuerzo negociador llega finalmente a su desenlace, sea el que sea. Mientras tanto, parece que la situación social en Grecia va a seguir empeorando antes de que mejore.
Por el Economista Felipe Carozzi
Doctorado en curso del Centro de Estudios Monetarios y Financieros de Madrid. Profesor asistente en London School del Reino Unido.
La ONDA digital Nº 728 (Síganos en Twitter y facebook)
(Síganos en Twitter y Facebook)
INGRESE AQUÍ POR MÁS CONTENIDOS EN PORTADA
Las notas aquí firmadas reflejan exclusivamente la opinión de los autores.