Cuando Tabaré nombró su gabinete me pareció que notoriamente había un acuerdo de partes. Que por la composición y equilibrio, ni Astori, ni Mujica habían estado ausentes en la decisión.
En general mis reparos a ese gabinete fueron tres. El Ministro de Defensa, el Ministro de Relaciones Exteriores y la Ministra de Educación. No me defraudaron, a un año de gestión siguen sin gustarme, es más, reforzaron mi convicción. Con respecto a Huidobro su estilo me desagrada, pero mis diferencias son políticas, el enfoque sobre el tema FFAA y DDHH claramente nos distancia. La teoría de los dos demonios, ese relato de conflicto bélico que se construyó sobre la dictadura y que ha sido el sustento del relacionamiento del gobierno y militares me parece que no solo encubrió torturadores sino que ha demorado y dificultado la inserción de la institución militar en la vida democrática. Me cuesta mucho más aceptar esta diferencia de enfoques bajo un gobierno frenteamplista.
El segundo ministro con el que acuerdo poco es con el de Relaciones Exteriores, mis distancias son claramente políticas también. Nos paramos en lugares distintos a la hora de algunas definiciones que no son menores, últimamente la del TISA es la que me ha hecho más ruido. De cualquier manera no me sorprende demasiado, en el crecimiento del FA hacia el centro ampliando nuestra base social para obtener mayorías, Nin Novoa se incorporó en ese contexto. Pero a diferencia de las políticas impulsadas por el Ministro de Defensa, los frenteamplistas hemos tenido incidencia real para condicionar y modificar su actuación concreta. En este caso la interacción presidente, poder ejecutivo y fuerza política tuvo un saludable interrelacionamiento.
Bastante distinto es el caso de la Ministra de Educación. Si bien ha cumplido con creces en cuanto a decepcionarme, las diferencias que establezco son claramente más personales por decirlo de alguna forma. Son de estilo, autoritaria, soberbia en el trato, o más bien en el destrato a compañeros. Que sea una ministra bailadora y tamborilera no me afecta en ningún sentido, son sus gustos, en todo caso Darwin Desbocatti tendrá que agradecerle que le dé pinceladas caricaturescas para sus guiones. Confirmo eso sí, claramente, que la tarea le quedó grande, no ha contribuido en ningún sentido. En este generalizado conflicto que es la dirección de la política educativa desde su asunción lo que ha sobresalido son caracterizaciones médicas, cambios de ADN o transfusiones, renuncias varias, una conflictividad casi permanente y una mediática y permanente polémica sobre educación que da tema a la prensa y a las redes sociales.
Pero la diferencia que encuentro con los otros dos ministros es que divergencias y dificultades políticas la exceden largamente. Todos tenemos contundentes definiciones sobre educación pero no parece claro que haya un camino definido predominante. Tanto me parece, que quienes están vinculados a las políticas educativas se manejan con mucha más soltura en el ámbito político general que en el concreto. No voy a ponerme a opinar sobre quien no conozco y hasta le puedo criticar a Muñoz la renuncia del maestro Mir, pero la verdad es que de su gestión desde sus asunción se muy poco y sus opiniones cobraron notoriedad en un activo político de su sector y luego de su renuncia en los medios. En definitiva, no hizo más que aumentar el desconcierto general que ya tenemos.
El sistema capitalista u ordenamiento económico predominante, nos impone bastante eso de socializar las pérdidas y privatizar las ganancias. Las políticas económicas de los estados deben mimar las inversiones de capital, garantizar sus ganancias, exonerar de impuestos para que la inversión sea atractiva, pero si los negocios salen mal, o los precios internacionales bajan el estado debe contemplar esto y así las arcas generales, amortiguan las pérdidas o simplemente las absorben para que los capitales sobrevivan.
En política los frenteamplistas estamos haciendo un poco eso pero al revés y hasta peor Ya no socializamos ni los triunfos. El nosotros se aplica a mi sector en los logros y en las derrotas o en los errores, el yo no fui fue él, también se multiplica. En este período las adversidades se han venido amontonando, algunas reales y otras amplificadas por la derecha o nuestra torpeza. Andamos de tiroteo político permanente y en cruzamiento de responsabilidades dando por sentado que nosotros si tenemos razón, ellos no. En Educación soy más educando que educador por tanto tengo más que aprender que enseñar, tengo más que escuchar que decir.
Solo puedo apuntar que vengo de la escuela pública de Varela y me enorgullezco que ciento cuarenta años después la Enseñanza Pública sea la que prive como la formadora de uruguayos.
Como frenteamplista me enorgullezco de vivir en el tiempo donde discutimos como ampliamos el presupuesto para la enseñanza y no como lo restringimos. Como la Udelar aumenta sus matrículas y sus egresos. Como las ceibalitas llegaron a todos los escolares. Celebro que más de 300 profesores dicten clase en las cárceles comprometiendo a la Educación en la reinserción social de quienes cometen delitos. Dejo los contenidos educativos para nuestros educadores, sus matices o diferencias, como aportar, es tema de especialistas.
Pero cuando la Educación salta del ámbito específico al político allí entramos en un terreno distinto. Nadie tiene el derecho a despilfarrar acumulaciones históricas. No le doy derecho ni a Muñoz, ni a Netto, ni a Mir, o a Filguera, ni al FLS, o al MPP, a aumentar las tensiones políticas en un tema que a juzgar por los resultados nadie ha demostrado tener una gran solución. Ni siquiera los educadores que reivindican la nobleza de su actividad se hacen cargo de resultados concretos en las aulas.
En Defensa o Exteriores, para mi gusto o no se saldó en una dirección. Los resultados me gustan o no pero definimos un rumbo y por él vamos. Tengo el derecho y la posibilidad de trabajar para cambiarlo. En el caso del rumbo Educativo parecemos empantanados y la mejor manera que encontramos es tratar de hundir al otro. Ni siquiera importa si comparte mi fuerza política o no.
Las cosas cambiaron en Uruguay, si habrán cambiado. Hay que recordar que ministros que hoy discuten de traje y a través de micrófonos, no hace mucho lo hacían de mameluco gris y con un número por identificación. Hoy Liber Arce, es nombre de calles y plazas. Es símbolo y no un estudiante muerto en las calles. La derecha tradicional ha sido barrida de los escenarios políticos, discutimos leyes, salarios, nuevas normativas jurídicas, discutimos construcción democrática y agenda de derechos. ¿Alguien sensato puede imaginar este nivel de acción con Bordaberry o Lacalle gobernando?
Solamente la recuperación democrática fue una batalla que excedió a la unidad de la izquierda. Nos tuvo como protagonistas, sí, pero fue una épica de toda la sociedad uruguaya.
Los avances posteriores, los cambios rotundos en nuestro país son frenteamplistas, sin dudas.
El Uruguay tiene un antes y un después del Frente Amplio. Encontrar formas superadoras para profundizar y avanzar en hacia una sociedad más inclusiva, más justa, claro que es un desafío.
Pero el vacío en política no existe, siempre alguien ocupa los espacios. No se puede romper la herramienta construida sin tener una mejor. Soy un orgulloso testigo de haber vivido en el tiempo en que la izquierda se superó a si misma logrando un proceso de unidad que hizo flamear las banderas de Otorgues. La fuerza que impuso otra tradición .No quiero ser testigo de su ruptura o de su ocaso, queda mucho por hacer.
Por Walter Martinez
Columnista uruguayo
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